sábado, 30 de noviembre de 2013
Oruga, de María Dolores Reyes Herrera (Reseña que aparece en la Revista Siempre! 8 de junio de 2013
Jaime Luis Albores Téllez
El conjunto de poemas, Oruga, de María Dolores Reyes Herrera, tiene que ver con el amor, la nostalgia y el erotismo. Todo ello desde un punto de vista femenino en cuanto que en los versos podemos distinguir a la naturaleza como creadora y transformadora de vida al igual que sucede con toda mujer. De ahí el título del libro: Oruga, que enmarca un universo bien definido, que tiene un inicio y un fin, determinado por el tiempo y que además en ese lapso todo cambia a cada instante hasta perder la forma original, y donde la poesía logra su propósito como una elevación de ideas en que siempre está presente cualquier elemento o fenómeno de la naturaleza que se empata con una característica específica de la mujer, ya sea dar vida a un ser o no lograr ese fruto tan anhelado por el amor y el erotismo hasta convertirse en nostalgia en el diario vivir.
La poeta escribe sobre el amor como un sentimiento que no dura, efímero, que tiende a consumirse lentamente hasta llegar a un fin que parece abrupto, debido a los pequeños cambios, imperceptibles, en la forma de mirar, de sentir, de pensar, provocados por el cuerpo que sufre los embates del diario vivir, a través del miedo, resentimiento, mentira, conformismo que se van sucediendo a través de los segundos, minutos, horas, días, meses, años, como si cada uno de los sentimientos mencionados marcaran una o varias líneas en las manos, en la cara, etcétera, hasta transformar el cuerpo en un pellejo arrugado, como si primero fuese una mariposa y que termina en oruga. La autora devela en su poesía que el cuerpo se destruye al igual que cualquier material, y en ese tiempo imperceptible que cambia constantemente, el sentimiento de amor desaparece creando la sensación de soledad, como un retiro que aleja al mundo para sumergirse en la melancolía por lo perdido, en este caso el amor.
La poesía de María Dolores Reyes es también nostálgica, como si a través de sus versos invitara al regreso de un tiempo inolvidable de sucesos. Transcribo el poema intitulado “Siempre a mi lado”: “Me decías que no te olvidaría/ cuánta verdad guardaban tus palabras/ ¿Olvidarte? ¿Cómo?/ dejaste de ti/ mi ser impregnado./ Fuiste llamado/ a entregar tributo/ dejando huella imborrable./ Mi rostro aún es bañado por tus mares./ Recorren mi piel tus caricias/ con esas manos/ donde hoy/ tus células palpitan./ Tu eco percibo en sus voces/ la alegría que reflejaban tus labios/ en sus risas./ Mi dermis se enajena/ con la miel/ que has legado en los besos/ impresos en mi frente./ Cuando derraman sus perlas/ evoco los breves instantes de nostalgia/ que osaron invadir tu júbilo./ Palmo a palmo/ te percibo en ellos/ no me dejaste sola/ aún ausente…/ siempre estás a mi lado”.
También en este poemario hay destellos del amor sensual, erotismo, y al igual que en un espejo donde se refleja la autora, aparecen imágenes que persisten y retan como un reclamo, o tal vez como un anhelo eterno donde se desencadenan las fuerzas instintivas del cuerpo.
María Dolores Reyes Herrera, Oruga. Editorial de Canapé, Alacarta, México, 2013; 100 pp.
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