sábado, 26 de abril de 2014

El fin de la lectura, de Andrés Neuman. 30/03/ 2014 En la Revista Siempre!

Jaime Luis Albores Téllez Andrés Neuman presenta una antología de veinticinco textos que ha publicado en diversas editoriales como Anagrama, Bar­celona; Espasa Calpe, Madrid, Páginas de Espuma, Madrid y Buenos Aires. Estos cuentos son cortos, realmente podemos decir que son un homenaje a la brevedad, donde el lector se sorprende por el giro o desenlace que toman las historias, en el primer cuento titulado “Las cosas que no hacemos”, las fantasías se convierten en una forma de compartir la vida, como si se buscara un fundamento real para lo inexistente, lo imposible, para crearnos un gusto donde podría haber desilusión; transcribo unas líneas: “Me gustan las guías de viaje que hojeas con esa atención que tanto te admiro, y cuyos monumentos, calles y museos no llegaremos a pisar, fascinados frente a un café con leche”. Otro cuento que tiene que ver con fantasías es “La felicidad”: el personaje sabe que su esposa se acuesta con su único amigo, pero él no se siente traicionado porque simplemente quiere ser como él: “Entre los fornidos pectorales de Cristóbal, mi Gabriela me aguarda ansiosa con los brazos abiertos. A mí me colma de gozo semejante paciencia. Ojalá mi esmero esté a la altura de sus esperanzas y algún día, pronto, nos llegue el momento. Ese momento de amor inquebrantable que ella tanto ha preparado, engañando a Cristóbal, acostumbrándose a su cuerpo, a su carácter y sus gustos, para estar lo más cómoda y feliz posible cuando yo sea como él y lo dejemos solo”. En otros cuentos surge lo opuesto a la imaginación general, por ejemplo en la historia “Ringo mentón de seda”, es un boxeador metrosexual en el ring, y que en cada pelea se cuida su peinado, se endereza su calzón, y se asegura de que ningún golpe lo haga sangrar, además logra noquear a sus oponentes con pocos golpes y sin ningún esfuerzo, simplemente es un boxeador opuesto a toda realidad pugilística. Y en el cuento “Cómo maté a John Lennon”, nos narra la obsesiva idea que tiene el personaje sobre cómo mató a Lennon sin quererlo matar. Andrés Neuman (escritor argentino, 1977) juega con las historias usando la paradoja, y haciendo lo inverosímil creíble, y a través de historias cortas como es el caso de “Principio y fin del léxico juega en esa línea delgada entre la realidad y lo irreal”: “Cada tarde de domingo, después de dormir la siesta, Arístides se levantaba y decía “tra”, “cri”, “plu” o incluso “tpme”. Lo pronunciaba en voz muy alta, con absoluta elocuencia, sin tener ni idea de las razones. No le venían a la mente jirones del sueño interrumpido, imágenes concretas, deberes inmediatos. Ni siquiera vocablos de entre las decenas de miles que, muy supuestamente, conocía. No. Lo que decía Arístides, y lo expresaba bien claro, era “fte”, “cnac”, “bld”. Medio dormido, sin afeitar, él volvía a ser alguien anterior al léxico. Así, durante un momento, antes de entrar otra vez en el mundo, era desmesuradamente feliz sintiendo que tenía todo el lenguaje por delante”. El fin de la lectura es un libro que se lee de una sentada, que sorprende, pues lo “real” se pierde en lo imaginario, que se convierte en otra realidad que siempre se cuenta, simplemente para crear una forma de compartir la vida. Andrés Neuman, El fin de la lectura. Editorial Almadía S.C., México, 2013; 152 ppJaime Luis Albores Téllez Andrés Neuman presenta una antología de veinticinco textos que ha publicado en diversas editoriales como Anagrama, Bar­celona; Espasa Calpe, Madrid, Páginas de Espuma, Madrid y Buenos Aires. Estos cuentos son cortos, realmente podemos decir que son un homenaje a la brevedad, donde el lector se sorprende por el giro o desenlace que toman las historias, en el primer cuento titulado “Las cosas que no hacemos”, las fantasías se convierten en una forma de compartir la vida, como si se buscara un fundamento real para lo inexistente, lo imposible, para crearnos un gusto donde podría haber desilusión; transcribo unas líneas: “Me gustan las guías de viaje que hojeas con esa atención que tanto te admiro, y cuyos monumentos, calles y museos no llegaremos a pisar, fascinados frente a un café con leche”. Otro cuento que tiene que ver con fantasías es “La felicidad”: el personaje sabe que su esposa se acuesta con su único amigo, pero él no se siente traicionado porque simplemente quiere ser como él: “Entre los fornidos pectorales de Cristóbal, mi Gabriela me aguarda ansiosa con los brazos abiertos. A mí me colma de gozo semejante paciencia. Ojalá mi esmero esté a la altura de sus esperanzas y algún día, pronto, nos llegue el momento. Ese momento de amor inquebrantable que ella tanto ha preparado, engañando a Cristóbal, acostumbrándose a su cuerpo, a su carácter y sus gustos, para estar lo más cómoda y feliz posible cuando yo sea como él y lo dejemos solo”. En otros cuentos surge lo opuesto a la imaginación general, por ejemplo en la historia “Ringo mentón de seda”, es un boxeador metrosexual en el ring, y que en cada pelea se cuida su peinado, se endereza su calzón, y se asegura de que ningún golpe lo haga sangrar, además logra noquear a sus oponentes con pocos golpes y sin ningún esfuerzo, simplemente es un boxeador opuesto a toda realidad pugilística. Y en el cuento “Cómo maté a John Lennon”, nos narra la obsesiva idea que tiene el personaje sobre cómo mató a Lennon sin quererlo matar. Andrés Neuman (escritor argentino, 1977) juega con las historias usando la paradoja, y haciendo lo inverosímil creíble, y a través de historias cortas como es el caso de “Principio y fin del léxico juega en esa línea delgada entre la realidad y lo irreal”: “Cada tarde de domingo, después de dormir la siesta, Arístides se levantaba y decía “tra”, “cri”, “plu” o incluso “tpme”. Lo pronunciaba en voz muy alta, con absoluta elocuencia, sin tener ni idea de las razones. No le venían a la mente jirones del sueño interrumpido, imágenes concretas, deberes inmediatos. Ni siquiera vocablos de entre las decenas de miles que, muy supuestamente, conocía. No. Lo que decía Arístides, y lo expresaba bien claro, era “fte”, “cnac”, “bld”. Medio dormido, sin afeitar, él volvía a ser alguien anterior al léxico. Así, durante un momento, antes de entrar otra vez en el mundo, era desmesuradamente feliz sintiendo que tenía todo el lenguaje por delante”. El fin de la lectura es un libro que se lee de una sentada, que sorprende, pues lo “real” se pierde en lo imaginario, que se convierte en otra realidad que siempre se cuenta, simplemente para crear una forma de compartir la vida. Andrés Neuman, El fin de la lectura. Editorial Almadía S.C., México, 2013; 152 pp

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