¿Comer menos para permanecer joven?
Una reducción moderada de la cantidad de calorías que ingerimos
tiene, tal y como han demostrado varias investigaciones, efectos
positivos sobre la salud. Algunas de ellas sugieren que la restricción
calórica retrasa el envejecimiento y previene la aparición de
enfermedades asociadas a él. Un trabajo publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' sugiere que la clave está en una molécula llamada CREB1 pero los expertos reciben el hallazgo con cautela.
"Nuestros resultados identifican por primera ver un importante mediador de los efectos de la dieta sobre el cerebro", explica Giovambattista Pani, del Instituto General de Patología de la Universidad Católica del Sagrado Corazón (Roma, Italia). "El descubrimiento tiene importantes implicaciones para el futuro desarrollo de terapias para mantener nuestro cerebro joven y para prevenir el proceso de envejecimiento", añade el principal autor del estudio.
Él y su equipo han descubierto que CREB1, un factor presente en las neuronas y otras células del cuerpo, se activa cuando el organismo está sometido a una restricción calórica (ingesta energética de menos del 75%-70% de las necesidades diarias). Al aumentar su actividad, pone en marcha varias moléculas relacionadas con la longevidad, como las sirtuinas.
Para demostrar el papel mediador de CREB1 en la aparición de los beneficios de la restricción calórica, los investigadores crearon ratones que carecían de este factor. Tal y como esperaban, reducir las calorías en el menú de estos roedores no provocó ningún efecto en su envejecimiento y los animales desarrollaron los mismos problemas que aquellos sobrealimentados o en edad avanzada.
Un rompecabezas sobre el que se ha estudiado y teorizado mucho pero del que aún no sabemos a ciencia cierta porqué existe y qué variables determinan exactamente su evolución. De hecho, la mayor parte de los candidatos a fármacos para la 'eterna juventud' han sido descartados por la ciencia.
Como explica a ELMUNDO.es José Ordovás, director del laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (EEUU), no se debe relacionar dieta y envejecimiento a la ligera ya que "envejecimiento es un término peligroso y mal definido. No es lo mismo que longevidad y no es lo mismo que saludable".
"El consumo energético del cerebro humano es muy importante y necesario y muy por encima del de los primates no humanos y por supuesto del de los roedores", añade este experto. Limitar la ingesta de calorías durante la infancia, por ejemplo, "no creo que produzca ningún beneficio porque el cerebro humano, especialmente en los primeros años, es un consumidor tremendo de energía". Así que, concluye Ordovás, "mejor balance que exceso o defecto".
"Nuestros resultados identifican por primera ver un importante mediador de los efectos de la dieta sobre el cerebro", explica Giovambattista Pani, del Instituto General de Patología de la Universidad Católica del Sagrado Corazón (Roma, Italia). "El descubrimiento tiene importantes implicaciones para el futuro desarrollo de terapias para mantener nuestro cerebro joven y para prevenir el proceso de envejecimiento", añade el principal autor del estudio.
Él y su equipo han descubierto que CREB1, un factor presente en las neuronas y otras células del cuerpo, se activa cuando el organismo está sometido a una restricción calórica (ingesta energética de menos del 75%-70% de las necesidades diarias). Al aumentar su actividad, pone en marcha varias moléculas relacionadas con la longevidad, como las sirtuinas.
Para demostrar el papel mediador de CREB1 en la aparición de los beneficios de la restricción calórica, los investigadores crearon ratones que carecían de este factor. Tal y como esperaban, reducir las calorías en el menú de estos roedores no provocó ningún efecto en su envejecimiento y los animales desarrollaron los mismos problemas que aquellos sobrealimentados o en edad avanzada.
Ampliando el saber sobre el envejecimiento
A pesar del optimismo de los autores italianos, que confían en "encontrar una manera de activar CREB1 a través de, por ejemplo, fármacos" y lograr así "mantener el cerebro joven", sus hallazgos acerca de esta vía de señalización en la que participa CREB1 son una pieza más en el gran puzle del envejecimiento.Un rompecabezas sobre el que se ha estudiado y teorizado mucho pero del que aún no sabemos a ciencia cierta porqué existe y qué variables determinan exactamente su evolución. De hecho, la mayor parte de los candidatos a fármacos para la 'eterna juventud' han sido descartados por la ciencia.
Como explica a ELMUNDO.es José Ordovás, director del laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (EEUU), no se debe relacionar dieta y envejecimiento a la ligera ya que "envejecimiento es un término peligroso y mal definido. No es lo mismo que longevidad y no es lo mismo que saludable".
"El consumo energético del cerebro humano es muy importante y necesario y muy por encima del de los primates no humanos y por supuesto del de los roedores", añade este experto. Limitar la ingesta de calorías durante la infancia, por ejemplo, "no creo que produzca ningún beneficio porque el cerebro humano, especialmente en los primeros años, es un consumidor tremendo de energía". Así que, concluye Ordovás, "mejor balance que exceso o defecto".
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