lunes, 9 de junio de 2014

Madre Ttor (Diario de un feraz, en fin de semana) 10 de mayo de 2014. Sábado.

Madre Ttor (Diario de un feraz, en fin de semana) 10 de mayo de 2014. Sábado. Llegamos al Bar Sri Buddha Jazz, por una recomendación de un músico, amigo de Alicia, cuando había poca gente y podíamos escoger la mesa que más nos agradara y Alicia fue directamente hacia una que estaba cerca de una ventana –dijo que mientras escuchaba música le gustaba ver hacia la calle-- por lo que pudimos ver la fina lluvia que caía desenfadada, libre de formalidades, pues no obligaba a nadie a usar paraguas, gabardinas, las personas esperaban patitiesas en cualquier lugar, bajo un árbol, un techo pequeño, como si algo inesperado fuera a suceder, algunas dejaban escapar el humo del cigarrillo lentamente con gran disfrute. Alicia abrió la ventana y el aire entró arrastrando el olor de tierra húmeda para posarse entre nosotros, como un pequeño remolino que apagó varias veces la flama del encendedor que en las manos de ella la hacia verse torpe para prender un cigarro. Después de una pequeña lucha con el viento, que ella ganó, donde ella trataba de esquivar los soplidos, moviéndose de un lado para otro en su silla, me miró y yo vi su cabello alborotado, que no trató de acomodárselo. Y me di cuenta que lo que más me gusta de ella es su forma de ser, natural, esa forma de aceptarse y que hace que no haya mentiras en cada una de sus palabras, gestos, acciones, que demuestran seguridad, una aceptación del momento, donde los resultados no cuentan para nada, donde lo hecho, hecho está. Mientras yo encendía un cigarro, comenzó a sonar un disco de Jazz, del venezolano Carlos “Nené” Quintero acompañado del músico excelso Paco de Lucía. Artistas que han buscado el reconocimiento de una pequeña pero selecta audiencia y que sin embargo han logrado un éxito que abarca a una gran mayoría de seguidores. Como a las doce horas llegaron un saxofonista y una pianista que según la mesera, tienen dos meses tocando en el bar, nos dijo que eran músicos que empezaban su carrera. Sí –me dije—músicos talentosos. Sus piezas musicales se escuchaban tan fuerte que nos vimos obligados --Alicia y yo-- a estar en silencio. La ventana seguía abierta, la llovizna se había retirado con su desenfado y el aire refrescaba a nuestro alrededor, afuera unos novios se comían a besos bajo un farol que alumbraba de lado, escondiendo en la oscurana aquellos ósculos. Alicia también los vio y se acercó hacia mí para susurrarme al oído que quería irse a la casa y entre risas dijo: “ellos no tienen a donde irse a besar pero nosotros sí…” Pedí la cuenta. Ahora son las tres de la mañana (domingo 11 de mayo) vamos en el carro a cierta velocidad que a otra hora ya nos hubiera detenido una patrulla, y Alicia sigue aumentando la velocidad, mientras escuchamos un CD de Jazz.

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