El mundo Kafkiano en un
día sábado de 2012.
Imaginemos
a un tipo flaco, desgarbado, taciturno, que sale una mañana de sábado a comprar
el periódico y algo para desayunar. Rutina de todos los fines de semana.
Mientras camina, rumbo al puesto de revistas,
mirando al piso, pues nunca le ha parecido mal encontrarse una monedita
o un billetote, nota que sus vecinos lo saludan, otros le sonríen y otras se
acercan a él para tomarse una foto con sus celulares. Hasta las vecinas que
nunca lo volteaban a ver. El flacucho sorprendido por los saludos y las
fotografías se sobresalta y empieza a caminar de prisa. Al llegar al puesto, el
vendedor de periódicos lo saluda efusivamente y señala una foto en uno de los
diarios donde aparece nada menos que él. En su mente hay turbulencia, sus pensamientos
lo alborotan hasta llevarlo a la confusión total. Mira la foto y piensa: no soy yo, pero al ver
al pie de la fotografía lee su nombre Juan Mijares Hoyos. Mientras paga y sonríe nerviosamente al
vendedor, escucha que frena un auto, ve que dos mujeres se dirigen a él, se
toman fotos por turnos, primero la güera abrazándolo, después la trigueña
besándole la mejilla, quieren que les
escriba algo en su ropa. Le dan una pluma, mientras señalan sus piernas con la
mirada. Escribe: las quiero mucho, Juan Mijares. Camina aprisa, ya no ve al
piso, mira las caras de las personas que pasan junto a él, contesta el saludo,
ríe, por no ser grosero a las atenciones que le dan. Al llegar a su departamento
se encierra, a la chapa le pone seguro, corre las cortinas de sus ventanas que
dan a la calle. Se siente extraño, ajeno a lo que está viviendo, cree que se ha
vuelto loco. Abre el periódico en la página donde viene un reportaje que habla
de él, como el hombre más famoso en el mundo.
Lee cómo vive: lleno de lujos, viajes, haciendo películas, creando
comics y súper héroes. También se entera que es el hombre con más seguidores en
las redes sociales y que a eso se debe su fama. Se olvidó de desayunar y de
comer todo ese día. Estaba inmerso en la pantalla de su computadora, absorto en
todo lo que escribían sus seguidores y eran tantos los mensajes que no podía
hacer otra cosa que leer y leer. Por la
noche su rostro se había desfigurado por la tensión nerviosa, era una
metamorfosis total de su vida, ayer era un ser banal y hoy un fenómeno sociológico, del cual todo el
mundo estaba pendiente. Muy entrada la noche su cerebro sufrió una congestión y murió sin saber que todo había sido un
experimento de un vecino hacker para ver
su comportamiento.
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