sábado, 1 de septiembre de 2012

Un día Kafkiano, metamorfosis

El mundo Kafkiano en un día sábado de 2012.
Imaginemos a un tipo flaco, desgarbado, taciturno, que sale una mañana de sábado a comprar el periódico y algo para desayunar. Rutina de todos los fines de semana. Mientras camina, rumbo al puesto de revistas,  mirando al piso, pues nunca le ha parecido mal encontrarse una monedita o un billetote, nota que sus vecinos lo saludan, otros le sonríen y otras se acercan a él para tomarse una foto con sus celulares. Hasta las vecinas que nunca lo volteaban a ver. El flacucho sorprendido por los saludos y las fotografías se sobresalta y empieza a caminar de prisa. Al llegar al puesto, el vendedor de periódicos lo saluda efusivamente y señala una foto en uno de los diarios donde aparece nada menos que él.  En su mente hay turbulencia, sus pensamientos lo alborotan hasta llevarlo a la confusión total.  Mira la foto y piensa: no soy yo, pero al ver al pie de la fotografía lee su nombre Juan Mijares Hoyos.  Mientras paga y sonríe nerviosamente al vendedor, escucha que frena un auto, ve que dos mujeres se dirigen a él, se toman fotos por turnos, primero la güera abrazándolo, después la trigueña besándole la mejilla,   quieren que les escriba algo en su ropa. Le dan una pluma, mientras señalan sus piernas con la mirada. Escribe: las quiero mucho, Juan Mijares. Camina aprisa, ya no ve al piso, mira las caras de las personas que pasan junto a él, contesta el saludo, ríe, por no ser grosero a las atenciones que le dan. Al llegar a su departamento se encierra, a la chapa le pone seguro, corre las cortinas de sus ventanas que dan a la calle. Se siente extraño, ajeno a lo que está viviendo, cree que se ha vuelto loco. Abre el periódico en la página donde viene un reportaje que habla de él, como el hombre más famoso en el mundo.  Lee cómo vive: lleno de lujos, viajes, haciendo películas, creando comics y súper héroes. También se entera que es el hombre con más seguidores en las redes sociales y que a eso se debe su fama. Se olvidó de desayunar y de comer todo ese día. Estaba inmerso en la pantalla de su computadora, absorto en todo lo que escribían sus seguidores y eran tantos los mensajes que no podía hacer otra cosa que leer y leer.  Por la noche su rostro se había desfigurado por la tensión nerviosa, era una metamorfosis total de su vida, ayer era un ser banal y  hoy un fenómeno sociológico, del cual todo el mundo estaba pendiente. Muy entrada la noche su cerebro sufrió una congestión  y murió sin saber que todo había sido un experimento de un vecino hacker  para ver su comportamiento.            

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