jueves, 15 de mayo de 2014

Diario de un feraz, en fin de semana: 26/04/2014

Madre Ttor (Diario de un feraz, en fin de semana) 26 de abril de 2014. Sábado Es increíble, estuvimos, toda la noche despiertos, sentados o recostados en la cama, riéndonos, platicando, desnudos como a Alicia le gusta porque dice que nos vemos a los ojos, a la cara, no por costumbre, pero sí para evitar descubrir el cuerpo del otro con sus imperfecciones que olvidamos cuando se juntan los cuerpos. Mira, me dijo, con una voz impersonalizada, mientras me daba una tarjeta que tenía escrito lo siguiente: “Antiguamente era condición absolutamente precisa para ingresar en una orden religiosa (Franciscanos, Benedictinos, etcétera), ignorar todo conocimiento científico profano, pues el contacto con las ciencias no religiosas era pecado; así, los frailes eran mas semejantes a bestias que a hombres.” Cuando terminé de leer, vi que miraba sus dedos de los pies y dijo: “si fueran un poquito más largos serían perfectos, además me mueven, puedo ir a donde quiera, saltar y lucirlos –y siguió diciendo— sabes creo que este es un mundo de locos engañando a otros locos…” Me quedé en silencio en espera de que siguiera hablando: “Hay un científico que dice que el hombre siempre ha fallado cuando quiere demostrar o calcular la velocidad de la Tierra. Y además afirma que la tierra no se mueve. Todo lo contrario de lo que dijo Copérnico. El científico Marshall Hall contradice al movimiento copernicano al demostrar de una forma sencilla que la tierra no se mueve ni en su propio eje ni alrededor del sol. ¿Cómo…? –pregunté, mientras la miraba incrédulo-- simplemente dice que si vemos a un helicóptero volando encima de un edificio por un día, así permanecerá, y si la Tierra girara en su propio eje veríamos alejarse al helicóptero, pues nosotros seríamos los que nos desplazaríamos. Otro experimento es cuando se hace estallar un cañón hacia el este, la bala debería de caer más lejos que cuando se dispara hacia el oeste, debido a la rotación de la Tierra, por lógica, pero, sin embargo, no importa hacia donde se dispare la bala de cañón siempre es la misma distancia. Esto es sólo posible si la Tierra no se mueve… O no es esto de locos, una mentira más, una ilusión científica, copernicana, no te parece…” Empezamos a reír, pues era totalmente cierto lo que decía el científico. Pasó otra tarjeta por mi cabello y cuando llegó a mis ojos comenzó a moverla lentamente hasta que la depositó en mis manos y leí: “¿Cómo voy a interpelarlos? ¿Os llamaré dignísimos, ilustrísimos, honorabilísimos, razonables?... Todo eso me repugna. Lógico es que dirigiéndose a vosotros la Locura os honre con el epíteto de locos, que es el que más dignamente puede emplearse, y así, locos rematados…” Seguimos platicando sobre el mismo tema unas horas más. Ahora Alicia duerme profundamente con una mano en la entrepierna, la miro y siento ternura al ver como sus cabellos dibujan una silueta que hace de sus líneas generales un rostro angelical. Es ya domingo 27 de abril. Son las siete y treinta minutos de la mañana. Me miro al espejo y mis ojeras son más pronunciadas que siempre. Trato de dormir. http://www.oceansbridge.com/paintings/german/thumb/Angelo_Bronzino_023_OBNP2009-Y01120.jpghttp://www.oceansbridge.com/paintings/german/thumb/Angelo_Bronzino_023_OBNP2009-Y01120.jpghttp://www.oceansbridge.com/paintings/german/thumb/Angelo_Bronzino_023_OBNP2009-Y01120.jpg